Amelia Tiganus, nos trasmite en esta obra su manera de entender y practicar la militancia feminista, partiendo de que ésta debe ser abolicionista por el propio objetivo del feminismo: la lucha para un mundo más justo e igualitario para las mujeres y las niñas. En este mundo es imposible que tenga cabida el sistema prostitucional.
A lo largo de la obra no encontramos únicamente un relato sobre la prostitución, sino también sus vinculaciones con la industria de la pornografía como escuela que promueve la deshumanización, cosificación y desconexión emocional que trasmite la idea de mujer como objeto de consumo.
U otras consecuencias de esta objetualización, a través de la explotación reproductiva de los cuerpos de las mujeres, fundamentalmente pobres, con los vientres de alquiler.
España es el primer país en consumo de prostitución de Europa y el tercero a nivel mundial. Cuatro de cada diez hombres son puteros.
Somos el prostíbulo de Europa y uno de los países líderes en turismo para la explotación sexual de, al menos, 100.000 mujeres.
Todo esto se da en el más de 1 millar de prostíbulos a lo largo y ancho de la geografía española en los que, como relata Tiganus, no encontramos mujeres encadenadas ni atadas, pero sí amarradas a cadenas más dolorosas e invisibles que las impiden salir de esos campos de concentración reconocibles a través de las luces de neón.
“Tener todos los sentidos puestos en sobrevivir no deja margen para pensar”
Bajo el paraguas de la libre elección, los puteros se basan en el consentimiento individual de las mujeres para seguir ejerciendo este poder con la conciencia bien tranquila y el beneplácito de gran parte de la sociedad.
Cada vez mujeres más jóvenes, “viciosas” y no necesariamente pobres, son fabricadas como putas por la hipersexualización temprana, la violencia sexual como norma y la necesidad de comprar cosas innecesarias para llenar vacíos y se vistas.
Consentir es demasiadas veces sinónimo de sobrevivir (…) Dejemos de fijarnos en el consentimiento para mirar a la cara a la injusticia y a quién la perpetúa.
¿QUÉ QUIERO?
Quiero dejar de ser la víctima, la superviviente, la violada, la exprostituta, la puta, la rumana que de su testimonio. Ser objeto de análisis tras ser objeto de consumo te mantiene como objeto de deseo.
Quiero ser sujeto. Intento hacerlo todos los días al esforzarme por ser más y que mi identidad no gire en torno a la violencia sufrida. Sin embargo, depende poco de mí y mucho de cómo me ven y me colocan los demás.
ABOLIR LA PROSTITUCIÓN SIGNIFICA…
Deslegitimar a través de todos los mecanismo (políticos, jurídicos, económico, socioculturales…) esta realidad para, como fin, llegar a erradicarla, a través de una agenda clara:
- Legislar, a través de una Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional y de Atención integral a Personas Prostituidas, que incluya la descriminalización de las mujeres prostituidas, su reparación económica, acceso a la vivienda, acompañamiento psicosocial, asesoramiento jurídico, formación, terapia y trabajo
- Prohibir y castigas todas las formas de proxenetismo: el rufianismo, el proxenetismo no coercitivo, la tercería locativa,…
- Desincentivar la demanda de prostitución, persiguiendo y castigando la compra de sexo, pues son los puteros los auténticos responsables del sostenimiento de este sistema criminal y el brazo ejecutor que enferma física y psicológicamente a las mujeres que prostituyen.